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viernes, 18 de junio de 2010

NADANDO EN LA LAGUNA DEL TRIUNFO

Ha resultado muy emocionante la final de la NBA entre Lakers y Celtics, con un séptimo partido para la historia y donde los primeros se coronaron campeones, ganando así su decimosexto título. La tradición y el legado de la liga, cuentan que este par de equipos se han enfrentado en más finales que ningún otro par, convirtiendo está rivalidad en una de las más importantes en la historia de los deportes estadounidenses. Es como ver los Super Bowls de los Steelers contra los Cowboys, o las series mundiales entre los Dodgers y los Yankees. Clásicos del deporte norteamericano.

No podía ser otra la manera por la cual esta serie se definiera. Los dos mejores equipos de los últimos años se enfrentaron nuevamente, y se tenía la expectativa de ver otro de aquellos recordados clásicos de los sesentas y ochentas. ¡Tremendo legado aquel! Y como aparentemente no puede ser de otra forma, las finales de la NBA de este año, que enfrentó a los dos equipos más ganadores de la historia de liga, se definieron de forma dramática y emocionante. Ambos equipos no decepcionaron.

Para hablar del partido en sí, los dos equipos empezaron este séptimo juego de manera nerviosa y errática, especialmente por el lado del equipo “Lagunero”. Su máxima figura, Kobe Bryant, estuvo lleno de nervios y desaciertos en su juego, algo que resultó bastante extraño y confuso para un jugador de ese calibre y calidad. Esto claramente afectó el juego de su equipo, aunque no así a Ron Artest, quien surgió como el único jugador que aportó ante la necesidad de aquellos primeros minutos. Siempre ha sido un jugador lleno de talento pero también lleno de incertidumbre.

Progresivamente, el partido se tornó muy parejo y disputado, aunque continuó la mala ejecución ofensiva y el nerviosismo de los jugadores clave de ambas escuadras. La lucha de rebotes la ganaron los Lakers. Los Lakers tiraron mejor de campo. Los Lakers encestaron más triples. Sin embargo, el quinteto angelino, en un momento, parecía que no quería ganar el título. Estaba desorientado, y gran parte del partido tuvo a adelante a los Celtics en el marcador. Sin embargo, apareció Derek Fisher, y se vio el aporte a veces incierto de Ron Artest. Además, Gasol fue fundamental en los últimos minutos, consiguiendo canastas y tiros libres fundamentales. Al acercarse los minutos decisivos, aparecieron los triples por parte de ambos lados, lo que se tornó en algo emocionante y hasta divertido. Al final, los Celtics fueron incapaces de ejecutar jugadas a la ofensiva, gracias además a la gran defensa del conjunto de Phil Jackson. Con un marcador final de 83 a 79, los Lakers ganarían el séptimo y definitivo juego.

Como paréntesis, quisiera decir que a través de los años el periodismo deportivo a nivel mundial se ha ubicado en la tonta lucha de comparar las grandes figuras del ayer con las promesas del mañana, sea el deporte que sea. Que el uno es el próximo Maradona, que este es el siguiente Joe Montana, que aquel es el próximo Ayrton. En fin, ese cuentecito está mandado a recoger. Que los de antes eran mejores que los de ahora, etc. No es distinto con el caso de Kobe Bryant, al que se le busca comparar forzada y tontamente con el mejor ATLETA de la historia. Olvídense de esas patrañas del periodismo gringo, que se ensaña en comparar números y/o estadísticas. Que el uno ganó más que el otro, o que este ganó más títulos. Siempre buscando suplentes en su pequeño jueguito. Con todo el respeto que se merece un jugador como Bryant, en mi opinión nunca habrá otro Michael Jordan. Pero bueno... aquellas resultan en causas perdidas y esas comparaciones jamás se acabarán. Le dan tema de discusión al deporte, y al fin de cuentas eso resulta inspirador para muchos atletas. Quiero ser como fulano o zutano, dicen varios de aquellos.

Y este séptimo juego me dio motivos para creer aun más en aquello. Kobe Bryant es un jugador de ratos, y hoy lo demostró. El “Kobe Stopper” apareció en varios momentos de estas finales, y el peor juego de la serie lo tuvo en el definitivo. Al fin y al cabo no se trata tanto de estadísticas, sino de carácter y momentos. Y fueron las estadísticas el principal motivo para que la NBA tomara la decisión de otorgar el premio Bill Russell al jugador más valioso de las finales. Un premio mal otorgado, el cual debió ganar el catalán Pau Gasol. Éste demostró gran coraje al jugar rudo y con determinación ante un Kevin Garnett hábil y peligroso, que le complicó el juego en toda la serie. Además, el español apareció como el pilar defensivo del equipo. Pero bueno... toca darle el premio a la estrella para que llene su gabinete de premios, y así pueda alcanzar los triunfos de Jordan. ¡Todos a darle premios a Kobe!

Pero no quiero hacer de este artículo una crítica sistemática contra Kobe. Los Lakers ganaron muy bien, ya que elevaron su juego en el momento que más importaba. Boston jugó bien sólo un cuarto de juego, y un séptimo partido de finales de NBA se debe tomar con mayor liderazgo y valor. Kobe Bryant fue vital en varios momentos y merece su crédito. Es un jugadorazo, y como decía Magic Johnson en la entrega de trofeos, es el mejor del mundo. Tiene fijo su lugar en el salón de la fama, y ya lo ha ganado todo. No tiene que justificarle más cosas a nadie, y ya demostró lo que vale. La crítica en este caso, va hacia la NBA y los periodistas, ya que muchas de las veces buscan hacer la fácil con esta cuestión de los premios, y en cuanto a la opinión periodística se refiere.

Una ciudad contra un país. O los amas o los odias. Tal y como son los Yankees de Nueva York. Ese fue el caso con el equipo californiano. Muchos de los aficionados en EEUU se rehúsan a darles apoyo. Eres hincha de un equipo de NBA, y le haces fuerza a cualquiera que le gane a los Lakers, y así lo hizo sentir Jerry Buss, el propietario del equipo campeón. Y a pesar de esto, ganó la ciudad, y no precisamente porque los aficionados de los Clippers y los Lakers se hayan unido. EL triunfo llegó por segundo año consecutivo a la ciudad sin lagos.

A pesar de la baja anotación y las imprecisiones de los dos equipos, al igual que la carencia de explosión de talento en este séptimo juego, los equipos finalistas brindaron un gran espectáculo, digno de aquellas épocas de enfrentamientos con buen baloncesto. Fue un partido lleno de emociones que al final, deja como campeones a unos Lakers que a través del año demostraron ser los mejores. Un quinteto conformado por jugadores de gran altura y fuerte juego, liderazgo, y experiencia. Phil Jackson, conformó las dos últimas grandes dinastías de la NBA, basando su juego en la famosa ofensiva triangular, y con la consecución de este campeonato superó a todos los técnicos del deporte norteamericano en cuanto a cantidad de títulos conseguidos. Larry O’Brien nadó en la laguna del triunfo, que por ese día se ubicó en Los Angeles. Los Lakers quedaron a sólo un título de los diecisiete campeonatos de los Celtics, y aparentemente la fortuna de Jerry Buss se está gastando efectivamente, para así lograr aquel cometido de empatar y superar al equipo de Boston. Lakers campeones, y la historia del baloncesto mundial ha sobresalido nuevamente.